Hoy en día, la mayoría de los europeos comen tres comidas al día: desayuno, almuerzo y cena. Después de un ajetreado día de trabajo, es muy agradable reunirse alrededor de la mesa del comedor para comer con la familia.
Pero en la Edad Media, los europeos solían tener dos comidas al día: una comida principal alrededor del mediodía y una cena antes de la noche. Según las normas de los monasterios benedictinos, tanto las comidas principales como la cena deben realizarse durante el día. Durante mucho tiempo, el desayuno no fue reconocido oficialmente y los moralistas lo culparon. Sin embargo, los agricultores y artesanos comienzan su jornada de trabajo al amanecer y es difícil sobrevivir hasta el mediodía sin comer, entre ellos el desayuno es muy popular. Además de las tres comidas al día, los trabajadores rara vez comen comidas adicionales y, por ello, recibirán un pequeño subsidio de sus empleadores.
Comer diariamente en la mesa del comedor se considera gradualmente una parte importante de la vida social: la cortesía, la pulcritud y la moderación son virtudes que a menudo se desarrollan en los libros de etiqueta en la mesa. Se cree que el comportamiento de una persona es una expresión exterior de su valor interior. En público, el estado ideal de una persona es ser siempre elegante y apropiado y observar la etiqueta adecuada. Comer demasiado rápido y en exceso para uno mismo, sin tener en cuenta el comportamiento de los demás, es inaceptable.
Se espera que los comensales guarden la mejor comida para los demás. Además, los comensales también deben observar la siguiente etiqueta: no soplar alimentos o bebidas; no hacer ruido al disfrutar de la comida; no ofrecer ni aceptar alimentos a medio comer; no soplar ni escupir migas de comida en la boca sobre el mesa No eructe demasiado cerca de la cara de la persona sentada a su lado; no se suene la nariz con un mantel; siéntese erguido al comer, no estire las piernas, no se recueste, no se ponga los codos sobre la mesa o apoyar la cabeza con las manos, no se rasque la cabeza ni atrape pulgas con las manos; permanezca siempre callado y educado durante las comidas, no mire fijamente a los que le rodean, no se ría a carcajadas ni susurre.
En resumen, la cultura alimentaria en la mesa del comedor de la Europa medieval tenía una estructura jerárquica obvia. Debido a los recursos limitados, la principal instalación para cocinar de los agricultores era una olla colocada sobre el fuego, y las sopas y guisos eran algo común. Cuanto más alto es el estatus social, más complejo es el equipamiento de la cocina, más profesionales son los cocineros y más diversos son los platos.
Las estructuras de poder político se reflejan en la mesa, donde los asientos y el dominio de la etiqueta en la mesa distinguen a los que tienen de los que no tienen. Al mismo tiempo, los europeos también están dispuestos a aceptar nuevos ingredientes y métodos de cocción, y modificarlos constantemente para adaptarlos a sus gustos personales. Más tarde, cuando la influencia árabe en la comida y la cocina europeas disminuyó, Colón comenzó a buscar especias y descubrió el Nuevo Mundo. El intercambio bidireccional de plantas y animales que él defendía era tan grande que los historiadores lo llaman el “Intercambio Colombino”. Con la introducción de más ingredientes y técnicas culinarias nuevas, las características internacionales de la comida europea se han vuelto más obvias.